Las Claves de la Reinvención laboral

¿Para qué sirvo?

(mi artículo publicado en el Semanal El País el 3/2/2013)

Por la crisis, la digitalización, o la globalización los empleos y las industrias están cambiando para siempre. Ahora mismo están apareciendo nuevas nuevas profesiones pero son casi invisibles para quienes contemplan el mundo laboral desde el caduco paradigma de la era industrial.

Aquellos que queramos seguir disfrutando de un trabajo, deberemos reinventarnos cada poco, y aceptar la inevitabilidad de empezar en una nueva profesión cada tanto, varias veces a lo largo de la vida. Se abre ante nosotros la era del conocimiento, el talentismo… ; y la de los: creativos, emprendedores del conocimiento, y expertos… Y sumarse a esa corriente laboral emergente es posible, excitante, rentable… y necesario.

La pregunta: “¿Para qué sirvo?” Se responde con otra pregunta: “¿A quién sirvo y resolviéndole qué problemas?”.

 

DE LA ECONOMÍA DEL HACER A LA ECONOMÍA DEL SABER

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Nelson Mandela.

La actual crisis es un cambio estructural, es un cambio sin vuelta atrás, un cambio masivo de paradigmas. En consecuencia, todos nosotros deberemos cambiar profundamente de mentalidad en las fomas de ganar y gastar el dinero porque los viejos tiempos no volverán.

El economista americano Richard Florida señala este fenómeno en su libro: “El gran reset”. ¿Y por qué la economía mundial debería “reseterase” cíclicamente? Porque es la manera de deshacernos de lo caduco y dejar paso a lo nuevo. Sí, nuevos modelos económicos impulsados por el ingenio, la tecnología, la invención y el talento. Innovaciones que comportan nuevas formas de vivir y trabajar y conducen a cambios sociales y económicos de gran calado. Una y otra vez, hemos salido reforzados, incluso más prósperos a medio plazo, de cada uno de esos profundos resets económicos.

El cambio que se está destilando ahora mismo en occidente es el paso de la economía industrial a la economía del conocimiento, basada en las ideas y el talento. Los países, la empresas y las personas que lo entiendan -y se reinventen- saldrán adelante con éxito; las que no lo hagan quedarán descolgadas. Tengo la impresión de que las personas aún no comprenden lo mucho que tendrán que cambiar si quieren que les vaya bien.

¿Qué pdemos hacer para reinventarnos profesionalmente? Aprender, la inversión en educación es la mejor inversión y el foco donde deberían converger todas las políticas de estímulo, en lugar de dilapidar los escasos recursos en sectores de la antigua economía (la automoción convencional, la economía de la finazas perversas o la construcción especulativa).

Adentrarnos en la sociedad del conocimiento es nuestra única opción. Dijo José Antonio Marina: “La educación debe ser el motor de la prosperidad porque su objetivo es crear talento, que se ha convertido en la verdadera riqueza de la naciones”. Un talento que se mide por el “índice de empleabilidad” que es el índice que mide las posibilidades de tener trabajo. Una capacidad en la que deberíamos invertir durante toda la vida profesional con formación útil.

 

EL PUESTO DE TRABAJO SIN CORBATA: LA CLASE DE LOS “CREATIVOS”

«A medida que aumenta el valor de la creatividad, la clase creativa crece”. Richard Florida, economista.

Los puestos de trabajo están cambiando. Y ello como resultado del cambio de mentalidad de las personas que los ocupan. Están dejando de tener sentido: los organigramas verticales, el ordeno y mando, la obediencia ciega. Las personas reclaman sentido, una vez satisfechas sus necesidades básicas. Hacer cosas que tenga un propósito claro más allá de ganar dinero. Es la economía de los valores.

En la era creativa, en la que ingresamos a principios de siglo, las ideas, el talento y el conocimiento son el nuevo petróleo de la economía. Su motor. En países como Estados Unidos, por ejemplo, esta clase mergente -que trabaja sin corbata y a menudo desde su casa- son ya el 30% de la fuerza laboral y suponen la mitad de todos los ingresos laborales del país.

De nuevo, la pregunta “¿Para qué sirvo?” se contesta con otra pregunta: “¿Qué sé que ofrezca valor a otras personas?”. Los “creativos” son, y serán por décadas, las personas más solicitadas y mejor pagadas. Mientras que los trabajos repetitivos, manuales, de bajo valor añadido y/o digitalizables se esfuman o entran en la precariedad, los trabajos creativos ofrecen oportunidades inimaginables.

¿Qué podemos hacer para formar parte de esta prometedora oportunidad profesional? Una vez más, invertir en nosotros mismos, en formación actualizada. Abandonar los paradigmas obsoletos de: empleo, seguridad, horario, despacho, vender horas, o trabajar toda la vida en lo que uno estudió de adolescente. El mundo ha cambiado, los tiempos también, y nosotros deberíamos adaptarnos a los cambios.

 

EL TALENTISMO

«¿Teneis grandes sueños?¿Queréis fama? Pues bien, la fama cuesta. Y aquí es donde vais a empezar a pagar con sudor.” Lydia Grant, en la película Fama (1982)

Ahora sabemos que el talento se hace, no se nace con él. Esta uno de los descubrimientos de la neurociencia más democráticos y alentadores. ¿No es una gran noticia? Todos podemos desarrollar cierto talento con disciplina y dedicación entregada. Afortunadamente no depende de: la suerte, la bilogía, los padres, o de Dios… depende de regalárselo a uno mismo. El talento es un presente que uno se da a sí mismo cuando se enfoca a lo que ama y no deja de mejorar en ello.

Sabemos que el talento es el efecto de la práctica y el aprendizaje deliberados durante 10.000 horas. Es la suma de la aptitud (lo que se sabe) más la actitud (querer saber más y mejorar).

Despues de leer el libro de Malcolm Gladwell, “Fuera de serie”, uno entiende cuál es la diferencia entre quienes hacen algo especial en la vida y quienes no. En su libro, el autor  explora las historias de los grandes deportistas, la historia de los Beatles, la de Mozart… y se pregunta qué distingue a los pilotos que estrellan aviones de los que no. En su estudio concluye que nuestro modo tradicional de pensar en el talento es erróneo.

El talento florece con un condicionante: la vocación. La pasión por lo que se hace, el amor por la profesión, servir más y mejor a la sociedad. Si una persona desempeña un trabajo porque no tiene otra cosa o por ganar dinero nada más, no le puede ir bien. No será feliz, no ganará dinero; y lo peor, no podrá entrar en la economía del talentismo con lo que facilmente se quedará sin trabajo varias veces en su vida.

En nuestra economía, se estima que un 80% de las personas trabajan en trabajos que no aman. Cuando en una profesión no hay amor, no puede haber dinero. No es de extrañar que una sociedad así no avance por sí misma y vaya a remolque de otras economías más innovadoras. En la era del talentismo no tenemos opción: o nos decidimos por servir una vocación -y nos entregamos en cuerpo y alma hasta tener éxito- o elegimos vender horas en empleos poco interesantes, con condiciones precarias y mal pagados. El precio de la ignorancia es, ahora más que nunca en la historia, altísimo.

 

LA NUEVA INDUSTRIA DE LOS “EXPERTOS”

« Los medios de producción ya no son ni el capital ni los recursos naturales ni la mano de obra; son y serán, el conocimiento”. Peter Druker, economista.

El conocimiento de un buen profesional valen más de lo que imaginamos. Un experto puede obtener ingresos sirviendo con lo que sabe de su tema preferido.

En la era del conocimiento se abren nuevas posibilidades para las personas que conocen bien su tema, son expertas, y quieren compartir su mensaje o consejo con el mundo para resolver problemas a las personas y empresas. Y todo ello con la inmensa satisfacción de ser útil a las personas que necesitan ayuda.

Un experto, por cierto, no es una persona que lo sabe todo pero sí es una persona curiosa que lo quiere saber todo sobre su tema. Por eso se considera a sí mismo un estudiante, un aprendiz; y cuanto más aprende y sabe, sus clientes le consideran más experto. Se puede decir que aprender lo que le gusta al experto se acaba convirtiendo en un buen negocio.

En la actual era del conocimiento, es posible convertir lo que a uno le gusta en una profesión útil y rentable.

Si alguien tiene un consejo o información valiosa con la que resolver problemas a los demás, es posible hacer carrera en una industria real como experto y obtener ingresos por lo que sabe marcando una diferencia en el mundo.

Por lo general, no es necesario hacer inversiones, ni disponer de infraestructuras, ni contratar empleados, incluso es posible trabajar desde casa. Lo único necesario para ser un experto es contar con conocimiento de valor y saber como entregarlo al mundo. Ahora mismo hay muchas personas que necesitan saber lo que alguien sabe, y le pagarán por su ayuda.

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